Segovia es una ciudad perfilada por dos cauces de agua que se van buscando hasta encontrarse bajo un farallón rocoso. Sobre el triángulo resultante se asienta su caserío, bien cercado por murallas, coronado por su alcázar y con un acueducto romano como pórtico. Es un casco urbano hermético, concluso y elevado, pero, ¿qué hay alrededor?. Por un lado sotos umbríos, bosques que bajan desde la Sierra del Guadarrama, hábiles para la caza y el solaz de los poderosos. Por otro frescas vegas al abrigo de roquedales quebrados y rotos por cuevas, espacios de silencio que invitan al retiro de frailes, ermitaños e incluso de caballeros cruzados. Por último, suburbios, arrabales extramuros como pequeños pueblos a la sombra del espigón rocoso que, varado en la llanura, ofrece el orgulloso perfil de la rica ciudad.
Aunque el instinto primario sea pasar bajo las arcadas del acueducto y entrar en Segovia, merece la pena girar, desviarse y recorrerla por fuera. La situación estratégica de la ciudad muestra así toda su fortaleza. El perfil de sus torres y edificios ofrece una de las estampas medievales más bellas del país. Pero hay algo más allá de lo pintoresco. Extramuros, Segovia conserva algunos de sus monumentos más importantes. Ejemplos excepcionales del arte y la historia concentrados en un breve territorio que nos llevan del Románico al Gótico y del Mudéjar al Renacimiento. Un patrimonio tan desconocido como sorprendente.
Les proponemos un recorrido alternativo: visitar Segovia sin entrar en Segovia. Recorrer espacios donde naturaleza, paisaje y arte se funden en una estimulante armonía. Un territorio ligado a la memoria de reyes, caballeros y frailes y a los usos diarios de un pueblo asentado a la sombra de los poderosos.
Equipo Vademente
VISITAS CULTURALES DE UN DÍA
Segovia extramuros, arrabales, palacios y ermitaños
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