Pocas veces el patrimonio artístico de una ciudad ha sido tan sistemáticamente destruido como en el caso de Guadalajara. La que fuera plaza fuerte amurallada en tiempos del Cid, ciudad mudéjar y brillante corte de los poderosos Mendoza ahora más parece una ciudad dormitorio que una ciudad histórica. De sus palacios ejemplo de las postrimerías del gótico más esplendido o pioneros de la introducción del Renacimiento, de sus conventos e iglesias apenas conserva hoy la memoria de lo que fue.
Guadalajara relajó el cuidado de su identidad, se dejó seducir por la cercanía de la gran ciudad, y se perdió en un mal entendido progreso. Sin embargo, rascando bajo el polvo de la piqueta, de las bombas incendiarias o de las palas de derribo, aún permanece un sorprendente patrimonio algo oculto y casi desconocido. Palacios famosos donde vibra la fantasía del gótico y del mudejarismo hispano mezclado con el humanismo renacentista narrado en frescos italianos. Patios levantados siguiendo las recetas de los arquitectos florentinos del siglo XV. Capillas erigidas en memoria de humanistas judeoconversos puestos en entredicho y que secretamente cantan a sus ancestros y sus costumbres. Panteones nobiliarios que emulan en su riqueza al de los propios reyes o adoptan las formas modernas del siglo XIX. En fin, un rastro leve pero suficiente para evocar aún la memoria de un rico pasado.
Les proponemos aventar el polvo del olvido para buscar y encontrar lo que queda. Sorprendernos con lo conservado para imaginar lo perdido, para traer a la memoria el patrimonio que tuvo pero no retuvo esta histórica ciudad.
Equipo Vademente
VISITAS CULTURALES DE UN DÍA
Guadalajara, la memoria perdida
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